El Canto Armónico es una técnica en la cual un único cantante produce dos tonos distintos simultáneamente. El primero es un bajo similar a los de la gaita, algo parecido a un sonido gutural. El segundo son unas resonancias parecidas a las de la flauta que pueden ser adaptados a inflexiones análogas al canto de los pájaros o a sonidos creados por la naturaleza.
En la república de Tuva, origen de estos cantos, las leyendas sobre el canto armónico de garganta, afirman que el género humano aprendió a cantar de tal modo hace mucho tiempo. Lo que intentaban aquellos primeros cantantes era duplicar sonidos naturales cuyos timbres, o colores tonales, eran ricos en armónicos, como el agua caudalosa o vientos que susurran. Aunque la génesis verdadera de canto de garganta tal y como se practica hoy en día, sea oscura.
La música de los pastores de Tuva, va conectada a una antigua tradición animista en la que los objetos naturales y fenómenos tienen alma o son habitados por espíritus. Según su cultura la espiritualidad de montañas y ríos se manifiesta no sólo por su forma física y posición sino también por los sonidos que ellos producen.
Los tuvanos tienen seis técnicas de “xöömei”: nasal, faringe, torácico, abdominal, narrativo, y del “isgerex”, también conocido como ‘la voz de la flauta nasal.
Esta forma de cantar ancestral puede relacionarse con muchos cantos que hoy se practican en todo el mundo de culturas alejadas físicamente y muy diferentes entre sí.
En la música sufí tienen un conocimiento exhaustivo sobre el efecto de las vocales que son utilizadas para la curación empleándose diferentes partes del cuerpo para sus resonancias.
El rito gregoriano como forma de música se aceptó muy rápidamente en Europa y llegó al momento culminante en el siglo VIII. Según expertos era la primera cultura viva de cante armónico en Europa.
En los cantos tibetanos algunos monjes llegan a cantar con tres tonos armónicos a la vez.
De los indios americanos se sabe bien poco de sus cantos originales pero eran empleados los armónicos bajos como forma de comunicación con los espíritus de la naturaleza.
La forma más extendida ahora en occidente son los sonidos del Didgeridoo australiano.
Y como apunte personal creo que los singulares cantos tradicionales ibicencos tienen algo que ver con el bajo-tono. En concreto, la reacción de un músico amigo pitiuso al hacerle escuchar un grabación de Huun-Huut-Tu , «60 Horses In My Herd» le delató. El impacto fue tan grande que el CD despareció en ese mismo momento de mis manos y hasta hoy no lo he vuelto a ver… ni escuchar.